guigui |
La web permite navegar por distintos lugares, y también puedes viajar en el tiempo. En otro enlace escribí sobre Güigüí en el oeste de la isla de Gran Canaria. Estos días viajando por Galicia recordé aquel viaje, que puedo considerarlo como un momento importante en la vida.
Estamos hablando del año 1982 (año emblemático), a primeros de setiembre. Mi amigo Pablo nos habla de un lugar paradisíaco en el que vivía un amigo de él y exalumno, de nombre Luis. Se compromete y nos hace de guía, a mi mujer, a mi amiga Pilar y un servidor. Salimos de la capital, Las Palmas de Gran Canaria, supongo que temprano, sobre las 9 horas, en mi coche. Coche que después volvería a traer de vuelta Pablo ya que el objetivo era pasar una semana en la playa de acamapada salvaje. Otra prueba más de la diferencia de los tiempos, ahora no puedes hacer ni una barbacoa en el jardín de casa, acampar… no se ni donde puedes terminar el día.
Un viaje que no era mucha distancia (sobre 80 km), pero si muy mala carretera, y los 11 kilometros finales, hasta Tasartico, era una pista de tierra.
Llegaríamos a Tasartico sobre las 11 de la mañana, allí encontramos a todo un personaje, por supuesto, se llamaba Juan, y en toda su vida (tenía 62 años) había salido una vez del barranco para arreglar algún papel de la mili. Acabamos tomando unas cervezas en el único bar-tienda-almacén que había en el lugar muy poco poblado. En el bar era el único sitio con electricidad y creo que no había teléfono.
Pasaban de las 12 cuando iniciamos el camino de subida. Para hacerse una idea, el viaje consiste en subir de 10 metros de altitud, subir hasta el alto de unos 500 o 600 metros, y bajar hasta la playa, todo esto por un camino de cabras, aunque no de riesgo físico.
Como íbamos para una semana llevábamos la carga para ese tiempo, desde comida, la tienda, cocina, platos, y enseres personales. Este fue uno de los errores, la distribución de la carga sobre el cuerpo.
En fin, comenzamos la subida con calma, con la ayuda de Pablo que nos hace de guía y de ayuda para la carga hasta el alto (creo recordar que le llamaban la Degollada). Como salimos tarde, a mitad de la subida nos paramos a comer y tomar un descanso (nuevo error grave en un pateo). Comida, descanso, cigarrito, charla, ver el paisaje.
Reiniciamos la marcha y llegamos a la cima, serían las 5 de la tarde, lugar en el que Pablo da la vuelta, para volver a la capital y quedamos con el dentro de una semana sobre el mediodía.
El problema del abandono de Pablo no fue el seguir el camino, si no la distribución de la carga. Después calculé que llevaba encima sobre 30 kilos, entre la mochila y la carga en los brazos (nuevo gran error). El camino se hace largo y duro (y eso que bajábamos). Tomamos una decisión, dejamos parte de la carga en un lugar y continuamos más ligero de carga, ya que teníamos que llegar antes de que sea de noche (sobre las 8 de la tarde) y hay que encontrar lugar de acampada y montar la tienda y organizarse un poco.
En definitiva, que dejamos parte de la carga, y llegamos a tiempo de hacer los objetivos marcados. Terminada de montar la tienda, caí hecho polvo y las manos no podía cerrarlas. Después de descansar un rato no podía ni coger un tenedor con las manos, debido a la sobrecarga de peso que había llevado en gran parte del día.
Continuará
Nota: Las fotos son de otros autores, de aquellas el mundo digitial apenas existía. Citaré a los autores.
1 comentario:
Precioso relato, Vicente. Años 80!
Yo nací en el 67. Cómo debía ser Gran Canaria, sobre todo, en su parte oeste. Totalmente salvaje, en el mejor de los sentidos.
Gracias por el relato.
Miguel A. Muñoz.
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