miércoles, 6 de enero de 2010

Todo tiempo pasado fue anterior.

Con esta frase de Groucho Marx entiendo que los tiempos cambian y deben cambiar. Con esto de las redes sociales e internet puedes contactar con gente distinta, y algunos perdidos en el tiempo y en la distancia. Uno de estos contactos es un compañero de matemáticas Paco que llegamos juntos en el año 80 al I. Alonso Quesada. Además de la obviedad de que hemos cumplido años, y la poca gente conocida que en el Alonso, me trae las siguientes relaciones



1º: el profesorado. Éramos jóvenes, construimos un centro, hicimos amigos, hicimos compañeros, trabajamos casi de la nada, con pocos medios. Tuvimos que adaptar una reforma (la ley 71) que tenía buenas intenciones pero estaba desnutrida. Tuvimos que adaptar los libros a la realidad. Éramos jóvenes, con ilusión, con ganas de hacerlo bien, con dedicación.

Lo que veo en el profesorado nuevo de ahora (no en todos) es esa falta de ilusión y de ganas que nosotros teníamos. Están mejor preparados (se supone), pero veo menos dedicación, lo resumiría en que los veo más funcionarios.

2º el alumnado: el nivel educativo era acorde a Las Palmas y a la ubicación del Alonso, que era un centro de barriada y en algunos aspectos marginal. Pero había unas grandes diferencias: respeto por el profesorado, respecto por el conocimiento, ilusión y ganas por aprender. Eran tiempos de cambio, de reivindicaciones, casi todo era nuevo, tanto para profesores como por supuesto para alumnos.

Para contrastar este dato un comentario de Araceli Cubas en la revista del Alonso profesora y exalumna del Alonso: “También creo que en aquella época había un buen grupo de profesores con ganas de hacer otras actividades, no estrictamente académicas, y más lúdicas con nosotros que nos permitió desarrollar otra pequeña parcela de nuestra personalidad todavía en crecimiento”

Ahora los alumnos son chicos de esta época, con muchos más medios de todo tipo, donde el instituto no es el núcleo central en sus vidas, lo que aprenden en los centros es menor que lo que aprenden fuera de él, donde el profesorado no ofrece aquella ilusión y ganas que refleja en su comentario Areceli.

Todo tiempo pasado…. fue anterior, fue distinto.

martes, 5 de enero de 2010

Instituto Alonso Quesada Las Palmas

Alonso5

Cuando desperté de la anestesia del trasplante en el mar de confusiones y alucinaciones que viví los primeros días, mis recuerdos me llevaban a Canarias, a la época que viví en Las Palmas de Gran Canaria. Las causas, supongo que se corresponden con momentos felices de mi vida. En esos factores influyeren varios, la edad, llegué con 24 años y el Instituto Nacional de Bachillerato al que fui destinado, el Alonso Quesada.

Mi primera impresión del instituto no es la mejor, un muro de unos 3 metros de alto, terminado con un alambre de espino. Parecía una cárcel. Paso el patio interior y me encuentro con la puerta principal que se encontraba como reventada como para un robo. Voy camino del despacho de Director, y también veo que está reventada y un puerta cerca de Secretaría rota. Pienso: “Dios mio donde me he metido”.

La convivencia con compañeros y alumnos me hacen cambiar de opinión del centro, no del edificio (empezamos un reivindicación de un nuevo edificio que culminó sobre el 92). Pero si me encuentro con un Departamento de Matemáticas muy joven con gente entre los que recuerdo a Paco Gil (otro gallego), José Luis, Marcos, Pericacho y el jefe un andaluz de Martos que era el más veterano Manolo de La Rosa. Esta juventud nos llevó a trabajar e iniciar una colaboración en grupo, donde resaltaban la veteranía de Manolo y el saber matemático de Paco. Pero era el grupo de profesores con actividades, ya no solo con los alumnos, sino entre profesores. Fotografía, con excursiones de sábado con comida incluida, el equipo de Futbito (Juani, Juan Carlos, Marcos, Jose Luis, Eduardo, Placido, Cristobal, Manolo….) que jugamos nuestra liga entre centros recorriendo la isla. Aún recuerdo un partido de “futbol grande” que nos llevó Juani a un pueblo Caideros, donde el campo estaba construido de manera que parecía que habían cortado un volcán por su parte superior, de manera que a derecha e izquierda eran barrancos y cuando se iba la pelota era una odisea. También recuerdo, por estas fechas a la vuelta de navidades, la comida de la nacionalidades, comida de buena parte del claustro en algún lugar de la isla, donde los distintos peninsulares llevábamos algo para comer. El plato fuerte era lacón con grelos (grelos solo el primer año, no los volví a llevar), pero allí estaban las morcillas de Burgos de Pilar, las longanizas mañas de Paniego, y otra viandas más. En compensación los canarios nos invitaban a “Sancocho Canario”.

El centro tenía tres turnos, que eran casi tres mundos separados. Los tres primeros años di clase en el nocturno, por propia elección, donde la convivencia entre profesores y alumnos era mucho mayor. Una gran parte de los alumnos eran mayores que yo, y otros muchos de una edad similar. Desde luego fueron años donde aprendí mucho, en todos los aspectos, y en el académico donde aprendí a adaptarme al nivel del alumno, que era muy bajo. Tenía que empezar en 1º de bup con las cosas más elementales, pero sus ganas de aprender erar muchas.

El cuarto y último año la implicación en el funcionamiento del centro fue mayor al participar del equipo directivo que dirigía Manolo, como Secretario. Partiendo de la casi nada, el esfuerzo y dedicación fue enorme. Recuerdo dos datos, la compra de un ordenador Apple IIe y la informatización de la Administración (o comienzo), todo un esfuerzo ya que no había disco duro. Y otra que recuerdo es el famoso Reglamento de Régimen Interior, en los años que llevaba siempre se hablaba de él que ese año se haría, pues por fin se aprobó, por lo menos para ese año. No sé lo que duraría. No importaba que tu estancia en el cargo o en el centro fuese de 1 año, la gente se implicaba.

Las Palmas no fue solo el Alonso, pero el Instituto me marcó mucho, era un centro que tenía su propia identidad, en los carnavales (que es otro mundo) de repente te encontrabas con un grupo saltando en el medio de la gente y cantado al grito de de ..”Alonso…Alonso…” era toda una seña de identidad.